→ Ansiedad, Nerviosismo, Miedos en la Infancia y Adolescencia
“ …no sé qué tiene, se queja por dolores de barriga, duerme mal: le cuesta dormirse y si se despierta por la noche, viene a nuestra cama, no quiere estar sola. Ir al colegio ya no le gusta, siempre remolonea, no quiere ir a los cumpleaños de sus amiguitos, se sienta sola y no participa con los demás, se ha vuelto muy tímida… ¡Además llora por todo! La tutora me dice que no quiere participar, ni salir a la pizarra aunque todo lo sabe hacer…”
¿Qué es la Ansiedad?
La ansiedad es una experiencia emocional universal; es decir, afecta a prácticamente todos los seres vivos, incluidas las personas. Y los niños no están libres de padecerla. La ansiedad siempre va acompañada de esa fama tan negativa, pero no hay que olvidar que es necesaria para poder afrontar el día a día. Por un lado, previene accidentes y nos ayuda a reaccionar en situaciones de peligro, aportando un “extra” de energía que puede llegar a salvarnos la vida. También nos proporciona un “impulso” cada día para levantarnos y afrontar las complejidades del diarias.
En el caso de los niños, es imprescindible para hacer frente a las actividades escolares, sociales o familiares.
Y es que sin ansiedad seríamos meros “muebles” sometidos al entorno, sin posibilidad alguna de reaccionar.
¿Cómo se manifiesta la Ansiedad?
- Inquietud, se mueven mucho, nerviosismo
- Problemas para dormir, para quedarse dormido/a o mantener el sueño a lo largo de la noche
- Dolores abdominales, cefaleas u otras zonas corporales
- Pueden expresar angustia, tensión, rabia y temores
- Es habitual presentar problemas de memoria, de atención y de concentración
- Frecuentemente mareos, dolor torácico, taquicardia, sensación de ahogo
Frecuentemente, la ansiedad puede ir acompañada de depresión o de varios tipos de trastornos relacionados con ella como TDAH o, por supuesto, trastornos de sueño.
Tipos de Ansiedad
En la infancia y en la adolescencia suelen ser frecuentes los temores y miedos, y éstos van variando a medida que los niños crecen y van madurando:
- Bebé (hasta 12 meses): miedo a ruidos, alturas, separación de padres, objetos amenazantes, etc.
- Niñez (12 a 30 meses): separación de padres, extraños, tormentas, animales, etc.
- Preescolar (30 meses a 6 años): oscuridad, animales, fantasmas, monstruos, etc.
- Niñez media (6 a 11 años): heridas, daños, salud, muerte, etc.
- Preadolescencia (11 a 13 meses): escolares, sociales, autoimagen, etc
- Adolescencia (13 a 18 años): sexuales, rendimiento personal y académico, sociales, económicos, etc.
Por lo tanto, ciertos miedos y temores son aceptados como normales, siempre que no causen problemas al correcto desarrollo. Sin embargo, la ansiedad puede llegar a ser patológica cuando interfiere con la salud y la calidad de vida del niño/a o de la familia.
Los tipos de ansiedad infantil y adolescente más frecuentes son:
- Trastorno de ansiedad generalizada: miedo y preocupación excesiva, repetitiva y con dificultades para controlarla.
- Trastorno por ansiedad de separación: al separarse de la persona cuidadora o con la que tiene un vínculo estrecho siente miedo o ansiedad intensa, rechaza quedarse en casa, ir a la escuela, etc.
- Fobia social: tendencia al retraimiento excesivo, timidez, dificultad para relacionarse con sus iguales que le produce gran nerviosismo y ansiedad
- Fobias específicas: miedo o ansiedad intensa ante determinados situaciones, objetos o animales (volar, oscuridad, arañas, perros, etc.)
¿Cómo se trata la Ansiedad Infantil?
Es importante la prevención y el entorno cercano -padres, educadores o familiares- tienen un papel relevante en este proceso. Algunas medidas que pueden ayudar son:
- Tratar de reducir el impacto negativo de sucesos estresantes para el niño
- Hablar con los niños de todo lo que les preocupe, permitir que se expresen y mantener una actitud abierta y comprensiva
- Expresar sentimientos y dejar que ellos lo hagan
- Si hay problemas, afrontarlos lo antes posible
- Ser buenos modelos para los niños
- Fomentar hábitos saludables: ejercicio físico, alimentación y, sobre todo, vigilar su sueño. Los niños necesitan dormir sus horas, de acuerdo con su edad
- Evitar “sobrecargar” a los niños con actividades, permitirle momentos de descanso para que, incluso, aprenda a aburrirse.
- No evitarle las frustraciones naturales, utilizar el juego para que las afronte (juegos educativos, juegos en el parque, etc.)
- No exigir perfección, motivarle, felicitarle por los avances
- Aceptación incondicional, demostrar orgullo y afecto
- Si nos pide ayuda, siempre estar disponibles
- Evitar comparaciones, críticas sin descalificaciones
- No abusar de la sobreprotección
- Fomentar su autonomía, que tenga sus responsabilidades
Si el niño/a o adolescente presenta unos síntomas mantenidos en el tiempo, consultar un especialista, no esperar a que se le pase. Cuando antes intervenga el psicólogo, más eficaz será la terapia.