→ Trastornos del Sueño en la Infancia y Adolescencia
El sueño es importante en el adulto, ya que si no dormimos las horas suficientes nuestra salud –tanto física como mental- se resiente. Por consiguiente, en el caso de los niños el dormir el tiempo necesario es aún más importante. Un adulto duerme una media de 8 horas y un niño entre 17 horas –en el caso de los recién nacidos- y 10 horas cuando se encuentran en una franja de edad de entre los 5 y 10 años. Durante esas horas de descanso ocurre algo importante y el proceso de maduración necesita ese tiempo de sueño para completarse de forma correcta.
El ritmo sueño-vigilia, con sus cambios conductuales y neurofisiológicas, ya se puede observar desde las 28 semanas de gestación, sufriendo grandes modificaciones hasta la adolescencia. Estos cambios afectan a:
- Patrón de sueño: duración y distribución del sueño a lo largo de 24 horas.
- Estructura del sueño: características de los episodios de sueño, una serie de factores que se miden generalmente por medio de estudios polisomnográficos en laboratorios de sueño
- Conductas relacionadas con el sueño: cerrar los ojos, agitación muscular generales o concretos, etc.
Estos factores se regulan de forma intrínseca, pero también se adquiere por valores culturales, hábitos familiares, regulación social, etc.
¿Cambia el Sueño con la Edad?
Es evidente que los bebés duermen más horas que los niños y éstos más que los adolescentes y adultos. Esto no es por capricho, sino que es una necesidad del proceso de maduración. Es decir, es imprescindible que los bebés duerman más que un adulto y, además, lo hacen de forma diferente:
- Lactantes: duermen de forma discontinua, es decir, reparten el tiempo total de sueño en varios períodos, alternando sueño y alimentación. Necesitan dormir entre 20 y 15 horas cada 24 horas.
- Niños: los momentos de sueño se van concentrando, distribuyéndose en un largo periodo nocturno y uno más pequeño, la siesta diurna (pueden ser 1 ó 2, dependiendo de la edad). El niño necesita dormir menos horas que un bebé, pero sus necesidades siguen siendo altas: entre 13 y 10 horas cada 24 horas
- Adolescentes: el sueño se concentra en un largo periodo nocturno, las horas de sueño se sitúan en torno a las 8 y 10 horas, siendo ya muy similar al del adulto. Se habla de un retraso de fase (tendencia a retrasar la hora de dormir y de levantarse). Pero es habitual que factores externos (redes sociales, series , estudios…) contribuyan a retrasar esa tendencia natural, agravando el problema (social, familiar, académico…) que pueda acarrear.
- Adulto: el ritmo con un periodo nocturno está consolidado. La duración del sueño es de una media de 8 horas. Estas características del sueño son muy vulnerables a factores familiares, sociales, laborales, etc. pudiendo fácilmente desestabilizarse.
- Anciano: se aprecia una vuelta al ritmo polifásico, el sueño se fragmenta y reparte a lo largo de siestas diurnas y un periodo nocturno, similar al de los niños. Las horas totales no se suelen reducir.
¿Cómo es el Sueño de los Niños?
Durante los primeros meses de vida, los bebés pueden llegar a dormir hasta unas 20 horas diarias, la media es de 14 – 15, con una estructura de sueño diferente a la del adulto. Se han objetivado 2 fases: sueño activo y sueño tranquilo, que poco a poco se irán modificando hasta establecerse los ciclos REM y N- REM en la infancia.
El sueño pasará de distribuirse en varios episodios a lo largo del día, alternando con la comidas, a establecerse en los 2 episodios durante la infancia: siesta y sueño nocturno. Durante la etapa infantil irá eliminándose la siesta.
De esta forma, un niño de 5-9 años dormirá unas 10 horas seguidas por la noche. En la adolescencia se consolida el sueño adulto de 8 horas de media, pero sigue manteniendo unas peculiaridades.
¿Qué Problemas de Sueño pueden tener en los bebés?
De forma general, los trastornos del sueño infantiles y de la adolescencia se pueden clasificar en 4 grandes grupos:
- Problemas para iniciar y mantener el sueño
- Problemas durante el sueño
- Problemas de excesivo sueño diurno
- Alteraciones del ritmo circadiano
Problemas para Iniciar y Mantener el Sueño
El insomnio puede aparecer durante la niñez. Los problemas para conciliar el sueño son, de hecho, muy frecuentes durante la infancia. Se estima que entre un 20-30% de los niños de hasta 5 años y un 15-27% de niños en edad escolar lo sufren.
El ritmo circadiano ( que quiere decir cerca de 24 horas) esta muy relacionado con otros ritmos biológicos, como son el de la temperatura, el de la melatonina (nuestra hormona del sueño) y el cortisol (la hormona de la activación). Estos ritmos biológicos maduran a partir de los 6 meses. De esta forma es a partir de esta edad cuando el sueño se debería repartir en un largo periodo nocturno y las siestas diurnas (1 ó 2 según la edad).
El insomnio infantil se puede clasifica en:
- Insomnio por causas médicas: diferentes enfermedades y causas médicas pueden afectar al sueño, tales como cólicos, otitis, reflujo gastroesofágico, fiebres, problemas respiratorios, infecciones, estreñimiento, diarreas, etc.
- Insomnio por factores ambientales: una serie de condiciones ambientales que incomoden al bebe o niño pueden dificultarle que concilie el sueño o provocar despertares a lo largo de la noche. Algunos factores a tener en cuenta son el ruido, luz excesiva, el frío o el calor, etc.
- Insomnio por alteraciones del desarrollo: como un factor secundario a diversas alteraciones del neurodesarrollo, pueden incluirse las dificultades para conciliar o mantener el sueño. Por ejemplo el autismo, síndrome de Asperger, TDAH, etc.
- Insomnio conductual: el niño se resiste a dormir, le cuesta conciliar el sueño si está solo o requiere unas rutinas tales como mecerle, dormir en presencia de sus padres o, incluso, dormir con ellos. El niño no ha aprendido a conciliar el sueño solo y puede tener problemas para mantenerlo, de forma que se despierte por la noche y reclama atención o presencia de sus cuidadores.
Las consecuencias del sueño insuficiente en niños y bebés se asocia con diversos efectos negativos
Problemas durante el Sueño
- Síndrome de piernas inquietas: se trata de un trastorno neurológico en el cual se siente la necesidad de mover las piernas, acompañado por sensaciones desagradables que empeoran en momentos de descanso o reposo. Se manifiestan fundamentalmente antes de dormir, pudiendo dificultar el descanso y conciliar el sueño.
- Trastorno por movimientos rítmicos relacionados con el sueño: se trata de movimientos o comportamientos repetitivos y rítmicos que suelen aparecer con el sueño. Se acompaña de insomnio y fatiga diurna.
- Síndrome de Apnea-Hipopnea del sueño: se trata de un trastorno respiratorio en el que se presentan una obstruccionesbreves y frecuentes durante el sueño. Se puede asociar a ronquidos, pero no siempre es así. Suele deberse al colapso de partes blandas de la garganta que pueden obstruir parcial o totalmente las vías aéreas superiores. Es muy habitual en posturas en las que el bebé o el niño presenta una hiperextensión del cuello, de forma que alivia la obstrucción.
- Sonambulismo: se trata de un problema típico de la infancia y de carácter benigno. Suele presentarse durante la primera mitad de la noche, cuando el niño puede despertarse desorientado o no, pudiendo caminar, hablar e incluso realizar conductas automáticas (comer, miccionar, abrir puertas, etc). No suele recordar el episodio por la mañana.
- Terrores nocturnos: se presentan de forma brusca, habitualmente en la primera mitad de la noche. El niño se agita con sensación de miedo intenso, gritando, llorando e incuso moviéndose. Estos episodios pueden ser breves, de unos minutos hasta la media hora. Es difícil despertarle y no suele recordar lo que ha ocurrido al día siguiente.
- Pesadillas: son ensoñaciones que ocurren normalmente en la segunda mitad de la noche, no provocan la intensa agitación de los terrores y, en este caso, el niño sí puede recordar lo que ha soñado.
- Bruxismo: es un “rechinar o frotar” de dientes que produce ruido. El origen son contracciones excesivas de los maxilares. Puede producir alteraciones dentales.
- Somniloquia: es frecuente en niños y adultos. Es la expresión verbal o de ruidos ininteligibles, suele estar ligado a ensoñaciones.
Problemas de Excesivo Sueño Diurno
Las hipersomnias, o excesivo sueño diurno, se caracterizan por un aumento o exagerada somnolencia diurna o bien por un aumento excesivo del sueño nocturno. Este sueño exagerado interfiere con las actividades normales diarias, tales como el rendimiento académico o la disminución de la alerta. Cuando el sueño diurno se produce por un sueño insuficiente, como ocurre en el caso del insomnio, del síndrome de piernas inquietas, etc. se tata de hipersomnias secundarias.
El excesivo sueño diurno primario incluye:
-
Narcolepsia: se trata de un problema poco frecuente en la infancia. Puede debutar en la pre adolescencia. El principal síntoma es presentar como una excesiva somnolencia diurna, o un periodo de sueño nocturno exageradamente prolongado. Puede tener consecuencias muy importantes en la calidad de vida (fracaso académico, dificultades laborales, familiares, sociales, etc.)
- Sindrome de Kleine-Levin: es un trastorno muy poco frecuente que normalmente se da más en varones. Suele debutar en la adolescencia y se caracteriza por episodios de sueño muy prolongados (incluso superiores a las 18 horas al dia). Puede acompañarse de síntomas comportamentales (conductas compulsivas como las alimentarias) y cognitivos.
Alteraciones del Ritmo Circadiano
La adolescencia es un periodo de grandes cambios del desarrollo que también afecta al sueño. El patrón de sueño infantil se modifica y disminuye hasta consolidarse el sueño del adulto. En esta fase del crecimiento también es común que el promedio de 9 horas que el adolescente requiere por la noche comience a presentarse con frecuencia durante el día. Suelen retrasar la hora de acostarse, alargando el sueño por la mañana si pueden. En periodo escolar, los horarios obligan a madrugar y, por consiguiente, el adolescente suele dormir menos horas de las que necesitan.
Si a estas circunstancias se le añade el uso indiscriminado de las redes sociales, de las pantallas o de los móviles, las horas de sueño se retrasan todavía más. Todo ello se suele asociar, frecuentemente, con un bajo rendimiento académico, con estrés o ansiedad o con el desarrollo de una adicción a alguna sustancia. Por último, también hay que sumar las interferencias y conflictos familiares y sociales que todo esto suele generar.