Trastornos del Sueño
El sueño es una actividad fisiológica compleja que cumple múltiples funciones y ocupa, aproximadamente, un tercio de nuestra vida. Dormir el tiempo necesario y de forma correcta se asocia con una buena salud. Por tanto, sus alteraciones por exceso, defecto o calidad tienen consecuencias importantes sobre la salud y la calidad de vida.
Los trastornos del sueño pueden aparecer como enfermedades propias o ser consecuencia de otras patologías, siendo muy frecuentes en la población general. Estos trastornos presentan una gran variabilidad, afectando a todos los sectores de la población: adultos, niños, adolescentes y mayores.
Estudios estadísticos recientes (ENS, 2006) establecen que el 41,5% de las personas mayores de 16 años presentan dificultades para quedarse dormidas, un 42,4% se despiertan demasiado pronto y el 59,3% se despierta varias veces mientras duerme. En cuanto a los trastornos respiratorios, síndrome de apnea hipoapnea del sueño, se presentan un 2% de las veces en hombres, un 4% en mujeres y entre el 1 y 3% en niños. Por lo tanto, se puede concluir que los trastornos de sueño son frecuentes, siendo tal vez el insomnio el más abundante, seguido de ronquidos y sus patología (apneas).
Síntomas de trastornos del sueño
Los problemas de no dormir bien no se manifiestan únicamente de noche, sino que se reflejan durante el día, repercutiendo tanto a nivel médico ( cardiopatías, trastornos endocrinos, inmunológicos, obesidad, sobrepeso, etc.) como psicológico (problemas en relaciones personales, laborales, profesionales, académicas, depresión, ansiedad, irritabilidad, consumo de sustancias, etc.) y en accidentes laborales y de tráfico, etc.
Sin embargo, ¿cómo sabemos que nuestros problemas derivan de un sueño no adecuado? En el caso de bebés, personas mayores o adolescentes esto puede no ser tan evidente. Los primeros signos serán cansancio, fatiga, irritabilidad, falta de atención, excesiva somnolencia diurna, problemas académicos, hiperactividad, etc. Si hay una tendencia a dormir en exceso también conviene consultar al especialista, de la misma forma que si la persona se mueve mucho o presenta extraños movimientos mientras duerme.
Principales trastornos del sueño
Excesiva somnolencia diurna
Entre el 5% y el 20% de la población presenta excesivo sueño diurno: una tendencia al sueño, un adormilamiento en momentos en que no se puede o debe dormir, en momentos o situaciones inapropiadas. Puede ser temporal o prolongado, interfiriendo en actividades que la persona lleva a cabo de día (actividades laborales, académicas, de conducir, etc.). Mucha veces estas personas son incomprendidas ,calificadas de “dormilonas” o se les atribuye una falta de interés, o incluso vagancia . Además, puede provocar el abuso de cafés y/o bebidas estimulantes. Es importante acudir al especialista de sueño para diagnosticar y tratar este problema.
Fatiga
Se describe como una sensación de falta de energía, la dificultad para realizar tareas tanto físicas como mentales. Se destaca que, además de un componente físico, suele acompañarse de una connotación psíquica o emocional. Se suele relacionar con un sueño no reparador. Se presenta tanto en niños y adolescentes, adultos y personas mayores.
Sueño no reparador
Se trata de una sensación subjetiva de un sueño de mala calidad, relacionándose con el insomnio en algunos casos. Si bien la persona puede dormir las horas correctas, al levantarse por la mañana tiene la sensación de haber tenido un sueño “no reparador ”, que no proporciona el descanso que debería corresponder a las horas dormidas.
Insomnio
Las horas de sueño necesarias para un buen descanso varían de unas personas a otras. Se suele mencionar que 7 horas y media son las adecuadas. Si bien, esto es una media estadística, existiendo gran variedad entre los individuos. Hay personas que duermen de 4 a 5 horas, a las que se denominan “corto dormidores”, y personas que alcanzan las 10 horas , los “largo dormidores”.
El insomnio es la dificultad para iniciar o mantener el sueño. Se asocia con consecuencias adversas al día siguiente, tales como fatiga, dificultad para llevara a cabo tareas, alteraciones del estado anímico con repercusiones a nivel social, laboral o académico… Muchas veces la queja se debe a un sueño ligero, con frecuentes despertares espontáneos ante mínimos estímulos, o bien después de un sueño más o menos prolongado con un despertar precoz, sin poder volver a conciliar el sueño.
El insomnio puede ser transitorio, cuando dura un período de tiempo inferior a 1 mes, o crónico, que puede durar años. Se presenta a cualquier edad, desde los niños, adultos y personas mayores, y siendo más frecuente en mujeres.
Ronquido
Aproximadamente la mitad de los varones y un porcentaje similar de mujeres postmenopáusicas son o serán roncadores. Puede, incluso, llegar a presentarse en la infancia llegando a interferir con un correcto desarrollo. Se trata de una obstrucción al paso del aire por la vía aérea, y la queja la suele presentar el compañero de cama, que es quien la padece.
Apneas
El problema más severo del ronquido se presenta cuando las vías aéreas se colapsan, impidiendo el paso del aire , produciéndose las apneas. Entonces, el ronquido que puede preceder se para bruscamente y, a ese periodo sin respirar, le sigue un intento por tomar aire- como si se ahogara- continuando después el sueño, en muchos casos sin llegar a despertar.
La apnea del sueño cursa con pausas respiratorias, con una duración que varía de pocos segundos a minutos. A lo largo de la noche pueden llegar a producirse más de 30 episodios por hora, asociándose con una sintomatología derivada directamente de estos episodios (excesiva somnolencia diurna, garganta seca, malestar físico, etc.). Este trastorno puede afectar a toda la población: hombres, mujeres, niños, adolescentes, y tercera edad.
Si no recibe tratamiento las consecuencias pueden severas:
- Aumento del riesgo de sufrir presión arterial alta, ataque cardíaco, accidente cerebrovascular (derrame cerebral), obesidad, diabetes.
- Aumento del riesgo de que ocurra insuficiencia cardíaca o que ésta empeore.
- Aumento de las probabilidades de que haya arritmias o latidos irregulares del corazón.
- Aumento de las probabilidades de sufrir accidentes de tráfico o laborales.
Sindrome de piernas inquietas
Se trata de un trastorno bastante común que suele alterar el sueño del que lo padece. Se presenta como una sensación incómoda, una inquietud en las piernas, que habitualmente aparece durante el reposo y que lleva a una necesidad de moverlas de forma constante. Suele presentarse cuando el paciente está sentado o tumbado, aumentando a última hora del día. El movimiento alivia esta sensación incómoda.
También se presenta durante el sueño, repercutiendo en su calidad, de forma que éste resulta no reparador. En algunas ocasiones impide conciliar o mantener el sueño, relacionándose con el insomnio.
Sonambulismo
También denominadas parasomnias NREM (no REM). Suele ocurrir en la primera mitad del sueño y consiste en desarrollar una secuencia de comportamientos complejos estando dormido. El paciente comienza sentándose en la cama, mirando de manera desorienta para, a continuación, empezar a caminar. Normalmente, el sonámbulo no recuerda lo ocurrido durante la noche. Es frecuente en niños, pero también puede presentarse en adultos.
Pesadillas y terrores nocturnos
Ambos son ensoñaciones, que se diferencian en la forma y momento en que se presentan. Los terrores nocturnos suelen comenzar con llantos, gritos súbitos, en la primera mitad de la noche. No suelen responder a conductas externas y si se despierta al sujeto éste está confuso y no recuerda lo ocurrido. Las pesadillas se suelen presentar en la segunda mitad de la noche, en forma de ensoñaciones muy vivenciadas que pueden llegar a producir un intenso miedo. Las pesadillas, a diferencia de los terrores, se suelen recordar. Si bien ambos son frecuentes en la infancia, puede presentarse a cualquier edad.
Narcolepsia
Caracterizado como “ataques de sueño”. Se trata de una hipersomnia, es decir, una excesiva somnolencia diurna, que no se atribuye a dificultades para el sueño nocturno ni a cambios en el ritmo circadiano. Hay una incapacidad para permanecer despierto, que aumenta en situaciones monótonas. Puede complicar severamente la vida laboral, familiar y académica y se asocia a accidentes laborales y de tráfico. La edad en la que comienza suele ser la adolescencia, sin embargo puede debutar en la infancia.
Trastornos de conducta relacionados con el sueño en niños
Si bien los bebés suelen dormir muchas horas y sin un ritmo día/noche definido, en pocos meses madura y se consolida un patrón de sueño con una o dos siestas y un período prolongado de sueño por la noche. Cuando el niño tiene dificultad para irse a la cama, dormir solo, se despierta frecuentemente reclamando atención, o bien insiste en compartir la cama de sus padres, etc. nos encontramos con un trastorno que afecta no solo al niño, sino a toda la familia. En estos casos es posible que algunas conductas o rutinas estén interfiriendo en la instauración de un hábito de sueño saludable. Una intervención psicológica restaura y mejora la calidad del sueño y de vida.
Enuresis nocturna
Se trata de la incontinencia urinaria nocturna (hacerse pis), muy común en niños pequeños, que con la edad (normalmente mayores de 5 años) acaban controlando. Cuando tienen la vejiga llena es el momento en el que se despiertan y se levantan para orinar. Cuando esto no ocurre conviene acudir a un centro medico del sueño para un abordaje terapéutico (psicológico o médico).
Alteraciones del ritmo circadiano
Varios procesos biológicos siguen un ritmo más o menos constante que fluctúa en torno a las 24 horas, lo que se conoce como ritmos circadianos. El sueño es uno de ellos. Está regido por un reloj biológico que cuando se altera puede dar lugar a trastornos del sueño, retraso de fase (mantenimiento crónico de un horario de sueño retrasado en relación al deseado) cuya queja suele ser la dificultad para dormirse y es más frecuente en adolescentes, o un avance de fase (adormecimiento y despertar precoz), más prevalente en personas mayores.
Sueño y transtornos del estado de ánimo
Cuando una persona sufre un estado de ánimo bajo o una depresión, es habitual que vaya acompañado de problemas de sueño. También podemos encontrarnos lo contario: que por dormir mal el estado de ánimo esté bajo. En cualquier caso, se ha establecido una clara relación entre trastorno del estado de ánimo y del sueño.
Muchos pacientes experimentan una mejoría cuando se trata el problema de sueño, ya que el ánimo mejora al mismo tiempo que lo hace el sueño.
Sueño y estrés
A lo largo de nuestra vida nos encontramos con múltiples situaciones que pueden resultar estresantes. No hace falta que sean traumáticas, sino que pequeños cambios o situaciones pueden disparar el estrés (un divorcio, cambios laborales o académicos, el matrimonio, nacimiento de un hijo, etc.). La respuesta habitual al estrés es una adaptación a la nueva situación, activando nuestro organismo para la situación de alarma. Esta reacción debería desaparecer una vez solucionado o habituado a la nueva situación. Si el afrontamiento no es adecuado y la respuesta no termina, el estrés se cronifica y se complica. Una de las primeras consecuencias es la alteración del sueño, tanto para iniciarlo, como para mantenerlo o para conseguir un sueño restaurador. Pero esta relación es bidireccional, de forma que un problema de sueño puede traducirse en un estrés. Esto puede ocurrir a cualquier edad, tanto en la infancia infancia, como en adultos y mayores.