#QuédateEnCasa

Parece que ha pasado mucho tiempo desde Navidad, años incluso… ¡o siglos! Una eternidad desde que guardamos el árbol y el belén en el trastero, desde que empezamos a ascender la cuesta de enero, desde el inicio de los exámenes o de las rebajas… Lo que hasta entonces era una vida normal, con las preocupaciones rutinarias, sus buenos momentos llenos de alegría o las malas noticias que se sucedían tanto con previo aviso como sin él.

El día a día se traducía en salir de casa para ir al colegio o al trabajo, coger el autobús u optar por el coche con sus consiguientes atascos y búsqueda de aparcamiento. Pero también había momentos de relax con las reuniones familiares o las cañas en el bar con los amigos. Y parece que todo esto quedó atrás hace mucho tiempo, y eso que a penas han pasado 3 meses desde entonces.

La realidad de ahora es muy diferente: encerrados en casa y trabajando frente al ordenador portátil o el móvil. El que puede, claro. Y es que otras personas viven estos momentos con la angustia que genera la incertidumbre de no saber qué pasará con su puesto de trabajo, cuándo recibirá nuevas noticias o hasta cuando durará esta situación.

Pero, por supuesto, tampoco hay que olvidarse de la incertidumbre de la enfermedad, de enfrentarse a lo desconocido: un virus llamado Covid-19 y también conocido como coronavirus. Se trata de un nombre real, monárquico y casi de cuento para un malvado destructor que ha dado un vuelco completo a lo que hasta ahora calificábamos como ‘normalidad’.

Aún no se han encontrado antídotos ni medicinas… ¡sólo la prevención! No salir, no, besar, no tocar, no rozar… Y si lavarnos y evitar cualquier gesto o acción que pueda suponer un riesgo innecesario. Todo lo que veníamos haciendo en nuestro día a día ha sido desmontado. No, mucho peor. Ha sido destruido, barrido, eliminado y fulminado.

Amigos y familiares enfermos de los que algunos vuelven y otros no. ¿Y si nos ocurriera a nosotros mismos? El coronavirus no es el único enemigo que derrotar, sino también el miedo, la incertidumbre y el nerviosismo que de él deriva.

Cuando lo básico y conocido, nuestros hábitos y costumbres, se ve fulminado y cambiado de un día para otro la vida se ve alterada drásticamente. Y es en estos momentos cuando más debemos cuidarnos. No solamente para que ese ‘real bichejo’ no fije su mirada en nosotros, sino para sobrevivir al día a día que nos ha dejado indirectamente. Para ello, la mejor solución es estar fuertes, tanto mental como físicamente. Pero, ¿cómo conseguirlo?

En primer lugar, si hay niños en casa es muy importante explicarles lo que está ocurriendo. Eso sí, siempre adecuando el discurso a su edad y capacidad de entendimiento. Hay que medir la información y, sobre todo, responder a todas sus preguntas. Es imprescindible dejarles que expresen sus miedos y temores y darles ese espacio que necesitamos todos, porque los niños también tienen que desahogarse ante esta situación. Estar a su lado, cuidar, querer y expresar nuestro cariño es esencial, pero también decirles que nosotros también tenemos miedo. Sin embargo, todos juntos, haciendo lo que tenemos que hacer, haremos que todo esto acabe bien.

Queremos ofreceros algunas recomendaciones para afrontar este encierro, para prevenir que nuestros nervios tomen el mando de la situación. Porque, ante todo, hay que evitar caer en el dramatismo, el miedo o la ansiedad, sentimientos que no tienen ningún propósito.

  • Hay que seguir un horario lo más parecido posible al que se llevaba antes de la irrupción del Covid-19. Igual no madrugar tanto, pero tampoco dejar que se nos peguen las sábanas. Y esta medida no sólo debe aplicarse a los adultos, sino también a los niños y adolescentes. Los fines de semana, en cambio, podemos relajarnos un poco más. Y es que hay que seguir diferenciando los días laborales del fin de semana en el que hay que desconectar y relajarse.
  • Asearnos y vestirnos, evitando estar todo el día en pijama. No hace falta ponerse traje, corbata, vestidos o tacones. Pero si eso nos ayuda a ‘entrar en faena’, adelante.
  • Mantener los horarios de desayuno, comida y cena habituales.
  • No alargar la jornada laboral, ya que uno de los peligros del teletrabajo es saltarse los horarios. Alargar el tiempo para acabar algo o seguir el fin de semana son situaciones que hay que tratar de evitar. Para ello, puede ser muy útil simular una situación mental en la que se ficha al entrar y salir del trabajo.
  • Hacer ejercicio físico. Podemos hacerlo por nuestra cuenta, con los niños jugando con sus videoconsolas, con vídeos de YouTube o de televisión…. la oferta es muy amplia. Y es que de repente han surgido unos magníficos profesionales que nos ayudan a estar físicamente bien de forma desinteresada.
  • Es un buen momento para los hobbies y aficiones. Recuperar la lectura, escuchar música, montar maquetas o calcetar, todo vale.
  • Repartirnos las tareas de casa, es un buen momento para darles responsabilidades a los niños, siempre de acuerdo a su edad y capacidad.
  • Momento familiar por la tarde con los niños… ¡y mejor sin pantallas! Son muchas las actividades que se pueden hacer juntos como los juegos de mesa, charlas, sesiones de cocina familiares…
  • Evitar el exceso de información. El bombardeo en los medios es constante, ya que todos hablan del bichejo. Con una vez al día puede ser suficiente. Pero, sobre todo, hay que prestar atención a los niños para que éstos no vean los informativos que no están dirigidos a ellos, ya que las noticias pueden ser muy duras. Lo mejor es evitar que las vean.
  • Mantener nuestros horarios de sueño: acostarnos a la hora habitual y dejar esas sesiones de series y películas para el fin de semana o para una tarde de relajación. ¡Todo en exceso cansa!
  • Antes de dormir es interesante hacer una actividad relajante y evitar redes sociales, noticia, informativos. Los comentarios banales nos valen, pero el pesimismo es nuestro enemigo. La lectura puede ayudar a desengancharnos y a prevenir la ansiedad.
  • Si sentimos que nos estamos desbordando, angustiando y que entramos en el bucle de la ansiedad, habla y comparte con algún familiar o amigo. Concedernos el momento desahogo es importante. Y, si aún con estas pautas no nos sentimos del todo bien, ¿por qué no pedir ayuda al psicólogo o al profesional cualificado?

En sueño Galicia ofrecemos servicio de atención psicológica y de tratamiento de trastornos de sueño a través de terapia online, tanto en formato de video consulta como en consulta telefónica.

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