La sensación de bienestar fruto del ejercicio físico

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El estilo de vida actual es sedentario, y es que las obligaciones laborales, académicas y sociales se relacionan con escasa o nula actividad física. Por ello, es cada vez más frecuente que los expertos recomienden realizar ejercicio físico, insistiendo en que se practique de manera habitual, con cierta regularidad y de forma moderada, es decir, con una intensidad media.

 La práctica habitual de ejercicio físico mejora la respuesta ante las infecciones, al reforzar el sistema inmune, pero también permite un mayor control del peso y la mejora de la función cardíaca al incidir, a su vez, sobre el sistema endocrino.

Además, el ejercicio regular modifica el metabolismo de nuestro cuerpo, que se adapta a esta situación, produciendo también una sensación de bienestar. Por ello, el deporte está reconocido como una de las mejores terapias para combatir la depresión y el bajo estado de ánimo.

El sueño, por otra parte, es una función vital: si no dormimos bien (en cantidad y calidad) nos resentimos, pudiendo llegar incluso enfermar física o mentalmente.

Pero, ¿cómo se establece la relación entre sueño y ejercicio? Los expertos apuntan a varias vías de relación. El ejercicio produce fatiga, es decir, cansancio físico, se ha comprobado que la fatiga favorece un aumento de la cantidad de sueño, además se duerme antes y hay una disminución del numero de despertares.

En condiciones normales, el momento de mayor somnolencia coincide con una bajada de temperatura corporal, mientras que el momento de máxima probabilidad de despertarse está unido a un aumento de dicha temperatura. Esta variación es mínima. El ejercicio físico produce aumento de la temperatura, y aunque esto podría ser contraproducente para facilitar el sueño, no es así. Los expertos subrayan que tal vez la rápida disipación, debido a la sudoración, minimiza este efecto.

La sensación de bienestar fruto del ejercicio físico es, sin duda, un aliciente para dormir. Esto se debe a que nos sentimos más animados, optimistas… ¡¿Cómo no dormir con esas sensaciones tan maravillosas?!

Por último, el ejercicio físico produce activación, el mantenernos alerta. Esto interfiere con el sueño, dificultando el relax que facilita el quedarse dormido.

Por ello, la recomendación de los expertos es realizar cualquier tipo de ejercicio físico, como mínimo, 3 horas antes de acostarse. De esta forma, el mejor momento del día sería por la mañana, antes de iniciar nuestra actividad diaria.

Pero, ¿ y si no podemos ir al gimnasio o jugar al pádel o al fútbol hasta la última hora de la tarde, cuando termina la jornada laboral? Incluso en esta situación es mejor realizar ejercicio físico que no hacerlo, salvo que se padezca insomnio.

Los siguientes consejos del médico especialista del sueño pueden ayudarle a dormir sin dificultades si se realiza el ejercicio poco antes de la hora de acostarse:

  • Una cena ligera, evitando que una digestión pesada perturbe su sueño
  • Un baño caliente o sauna al finalizar el ejercicio, así la temperatura corporal bajará más rápidamente y le ayudará a relajarse
  • No tome café por la tarde, y evite el alcohol y el tabaco

Pero un aviso para deportistas: el exceso de ejercicio puede ser perjudicial, tanto por peligro de lesiones, como, desde el punto de vista del sueño, por la liberación de cortisol (hormona del estrés). Esta hormona puede producir una sobreactivación que, incluso con los mejores trucos, va a dificultar el dormir.

Como conclusión, dormir bien y hacer ejercicio físico son importantes para su salud. Por ello, el secreto está en desarrollar una rutina que optimice ambos.

 

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